Otoño. Oviedo es un aguacero. Un seven-eleven de intensidad verbal, auditiva y hasta digestiva. Participaciones de un día. ¡Haz libros! Motívate. Lápiz y papel. ¡Que te mole!. Vocablos sinceros, imágenes claras, trabajadas, pulcras. Cada exposición conlleva una cuestión, una reflexión y una conclusión. ¡Una sidra!.
Sonrisas celestiales levantan las persianas. Resacas activas que se superan con hidratación cerebral inyectada. Repaso a la letra: tallada, escrita, golpeada. Sensibilidad en el detalle. Reminiscencias del pasado. Entusiasmo y admiración en cada trazo. ¡Alto!. El profesor recoge a los niños del recreo. El timbre siempre fue desacompasado con las vivencias creativas. De nuevo trazos, superaciones y sugerencias. Qué, cuándo y porqué, con quien y para quién. ¡Otra sidra!.
Ritmos sabrosos para momentos asombrosos. Esfuerzo, trabajo y tesón. ¡Meta!. Notas para sonidos infantiles. Desliz de ojos entre renglones. ¡Un manchado!. Cánticos al amanecer. Deleite de la alegría, el entusiasmo y el ofrecimiento abierto de Asturias y sus afables gentes.
Y al fin, unos días para garabatear unas palabras. Cuando sientes buena energía, cercanía y felicidad, siempre hay cabida para ellas.
Yo también sobreviví al Grafic-Ho y ¡fue la leche!
Si quieres puedes descárgate la imagen de Juan Díaz-Faes que ha dibujado tras las jornadas Grafic-Ho.